martes, octubre 26, 2010

Post-it


POST-IT
- Me pasas un post-it?, le preguntó a su compañero.

- Estás loca? No sabes que ya no podemos encargar más cuando se acaben? Usábamos demasiados…

- Vaya, ya han comenzado con los recortes de presupuesto del estado?

- Qué te creías? La crisis también nos afecta a nosotros, los funcionarios.
En realidad el post-it podría ser considerado ya como una reliquia, sobre todo si pensamos en todas las posibilidades digitales de las que podemos hacer uso hoy en día, se decía mientras volvía a su teclado.

Envío un correo y miró a su alrededor, perdida en pensamientos. Un sonido la devolvió a la realidad, “pip” la respuesta había llegado.
Los tiempos en los que los funcionarios tardaban una eternidad en hacer las cosas van a desaparecer junto con los post-it’s, pensó mientras leía desganada el mensaje de texto.

PD: mural de post-its, posiblemente ideado por un funcionario en espera de respuesta (antes de que la tecnología hiciera su entrada).

domingo, octubre 17, 2010

Preferiría no hacerlo



Hoy leía en la revista de arte holandesa Metropolis M una resencia sobre la artista Cosima Bonin que bien se podría aplicar al mundo de la arquitectura y los trabajos mal pagados. Tal y como se está discutiendo en el artículo de Brijuni "Architectura as a hobby" en La Ciudad Viva, o en el post "Los honorarios del arquitecto" de Stepien y Barno.
 En la resencia se hace además alusión lal personaje de Bartleby, quien me lo hizo descubrir un gran amigo, para él este post.

Aquí abajo os paso la transcripción de una parte del artículo al castellano, que me parece de gran significado para lo que se está discutiendo actualmente.

Cosima van Bonin.
Hace un par de años le dedicó esta revista (Metropolis M, nr1-2007) un artículo especial al artista con burn-out quien, sin haber pedido nada se encuentra en un mundo que le pide de todo, y no puede hacer otra cosa que hundirse . Él (artista) dice el no de "ahora no". 
Un motivo inportante en la discusión fué Bartleby, la figura romántica de Herman Melville, que da a conocer a su jefe que prefiere no hacer la tarea que se le ha asignado diciendo la memorable frase de "preferiría no hacerlo". La exigencia de hacer las cosas mata finalmente toda creatividad y hace de las personas máquinas.

La negación del trabajo, como hizo Bartleby, se puede ver de esta manera como una acción simbólica de gran humanidad: es la elección de la libertad de movimiento por encima de cualquier exigencia, un momento opcional, algo inborrable, con el que la sociedad cada vez más competitiva no sabe que hacer.

Hasta aquí la transcripción, pero es jústamente esta última frase "el no saber que hacer con una negación dentro de nuestra sociedad competitiva" y la célebre frase de Bartleby las que me parecen fundamentales. Y ya no porque se corte toda creatividad a la hora de trabajar bajo comando, sino porque hemos llegado a un punto en el que se espera que, debido a esa competitividad, los diferentes despachos de arquitectura trabajen por amor al arte cuando se trata de concursos, ya sea de arquitectura, urbanismo o de desarrollo urbano, donde las empresas desarrolladoras necesitan de sus servicios para hacer el plan maestro y la instancia que organiza el concurso (ya sea a nivel nacional o internacional) ofrece una compensación mínima a los que no han resultado finalistas (y eso si la ofrecen).

De este tema se hace también eco la sociedad de arquitectos holandesa, la cual ha sacado el tema a discusión de los concursos europeos, y no sólo por lo mal pagados que están en el momento en que no resultas elegido después de todo el trabajo que has tenido que desarrollar, sino también por todas las exigencias que se imponen, excluyendo automáticamente a pequeños despachos por no disponer de los suficientes recursos económicos sin mirar la calidad de su trabajo.

Yo misma me estoy peleando, desde el otro lado de la mesa, por decirlo de alguna manera, por lo injusto que me parece la remuneración que se ofrece a los cuatro no finalistas de un concurso de desarrollo que estamos presentando a nivel europeo. La respuesta que se me da una y otra vez es clara: al que no le interese que no se presente, legalmente no hacemos nada que no esté permitido. Y es verdad... quizás esté ahí el problema, que legalmente no se impone una remuneración real al trabajo exigido a la hora de presentarse a concurso.

En todo caso después de leer el artículo de Metropolis M me pregunto, qué pasaría si empezásemos a decir "preferiría no hacerlo".

sábado, octubre 02, 2010

Cómo educar tu ciudad



Desde que tengo una hija me llama la atención la manía que tiene la gente en explicarte como tienes que educarla o no, lo que haces bien y sobre todo lo que haces mal a su entender. Y ellos la entienden mejor que tu, por supuesto.
De este mal no padecen sólo los que ya son padres, los cuales escudándose tras el "yo ya he pasado por eso", te cuentan por qué tu hija se está comportando en ese momento como lo está haciendo, como si la conociesen de toda la vida o partiesen de la idea de que todos los niños son iguales. No, también aquellos que no son padres padecen a menudo de esta enfermedad que parece ser altamente contagiosa cuando hay reuniones. Y no sólo contentos con eso aún esperan que les hagas caso, sintiéndose la mar de ofendidos si no lo haces

Pensando en esta manía tan irritante y en el por qué la gente se empeña en imponer "su verdad" a los demás (en realidad es una especie de tiranía camuflada en buenos consejos) se me ocurrió  que la situación no es muy diferente cuando hablamos de ciudades y sus problemáticas.

Cuantas veces no nos encontramos con que una ciudad con una problématica determinada a la que le ha encontrado una buena solución empieza a venderla como verdad "absoluta" al resto del mundo sin tener en cuenta las situaciones locales que pueden influir sobre esa "verdad".
Que en Barcelona se usaron las olimpiadas para regenerar la cidad y les funcionó, organicemos todos una para recuperar la nuestra (Amsterdam 2018). Que el Gugenheim en Bilbao sirve para recuperar la ciudad, hagamos todos un Gugenheim, o puente de Expo o Forum, o como lo quieran llamar. Que en Detroit se estan usando las huertas urbanas, hagamos excursiones para ver cómo lo están haciendo y así nosotros también lo podremos aplicar a la nuestra.

Cuantas veces no nos encontramos con los llamados masters (o maestrías) en los que un grupo de estudiantes de diferentes paises viaja a una ciudad para solucionar en cuestión de un par de semanas una problemática que esa misma ciudad lleva intentano solucionar hace décadas. Pero claro, la ciudad no dispone del conocimiento que tiene ese gurpo internacional y el grupo intenacional de estudiantes no lleva "la carga" de la situación local consigo. Es decir: no conocen la situación política social y económica de la ciudad. Pero para qué, si eso sólo supone limitaciones.

Cúanta literatura no aparece contando el milagro de esas ciudades pero olvidándose decir que cada ciudad es un mundo y que hay que pensarse muy bien que parte es aplicable, cual no, y qué se podría adaptar.  El mismo "despiste" sufren aquellos conferenciantes que vienen contando lo bien que funcionó una estrategia determinada (curiosamente siempre se olvidan de los puntos negativos de los que también se puede aprender) y no la preparan estudiando con antelación la ciudad donde la van a dar para así poder nombrar un par de ejemplos aplicables o justamente aquellos que no lo son.

En fin, que tanto los niños como las ciudades sufren de esos personajes insoportables, que te vienen a contar cómo tienes que educalos y ojito con rechistar.