De nuevo en Berlín, pero esta vez a nuestro tempo, paseándolo, recorriéndolo, pateándolo... y sin embargo lo que más me sigue impresionando son sus vacíos: desde los más monumentales hasta los solares llenos de hierbajos, separados por una verja metálica que nos muestra los nombres de proyectos futuros en un cartel castigado por el tiempo. Esos vacíos que nos salen constantemente al encuentro, en los sitios más inesperados, otros se nos presentan a lo lejos ya, invitándonos a visitarlos.
Me sorprende pasear por la Agustusstrasse, buscando las galerías donde se desarrolla la bienal, y encontrarme con un campo de futbol en el que se está jugando un partido con suportes y club incluido. Un bullicio de risas y trompetas llena la calle. ¿Es posible que en el centro de una ciudad cosmopolita como es esta se pueda jugar al futbol "en plena calle"? Y no en cualquier calle, nos encontramos en la zona más importante en cuanto a galerías de arte de la ciudad... y esta no será la última vez que nos encontremos con solares de frondosos árboles y niños jugando...
Me asombra caminar por el Willemstrasse, importante avenida, y ver cómo a mi derecha se abre un solar inmenso lleno de tenderetes temporales, esperando ser rellenado. Y descubrir que allá al fondo, como de casualidad, se asoma la mitad de un platillo volante aladrillado. Nos acercamos a él y nos encontramos con un espacio vacío, un almacén de otras épocas que no sabemos decir si las evoca o realmente lo es. Poque en Berlín todo es posible, a veces lo viejo parece nuevo y lo nuevo parece de tiempos pasados.
Me da risa encontrarme con una vieja mansión, destruida y cubierta de vejetación como una ruina maya, junto a las embajadas de los Emiratos Árabes, con su portones dorados y arcadas árabes. Edificios monumentales como puedan ser la embajada de México y más delicados como las embajadas escandinavas se mezclan formando un pupurri de colores y materiales para todos los gustos... o para ninguno.
Y después, al salir de una boca de metro o doblar una esquina, nos encontramos con edificios empaquetados, como esperando a ser desenvueltos. Grúas amarillas coronando museos, llenando el horizonte, nos dan muestra de la dinámica de esta ciudad que a pesar de los malos tiempos sigue funcionando, construyendo, destruyendo...
Estatuas de siglos pasados se hermanan con imágenes contemporaneas, imágenes de una alemania comunista se mezclan con las del capitalismo consumista. Berlín es una ciudad llena de contradicciones imposibles de numerar, una ciudad que realmente merece la pena visitar...
PD: Poco a poco vamos a ir subiendo fotos de edificios como el Museo Judío de Liebeskind, la filarmónica de Scharoun, la galería nacional de Mies van de Rohe y varios mas a "Fotos de Arquitectura".