Barbería, Lisboa. Foto: Susana Aparicio
A las nueve de la mañana el avión aterrizaba bajo un cielo plomizo que parecía habernos acompañado desde Amsterdam para darnos las bienvenida a nuestra llegada en Lisboa. El desaliento se apoderó de mi "¿pero es que esta maldita lluvia me va a acompañar siempre y a donde quiera que vaya?" -me preguntaba al bajar por la escalerilla.
Un par de horas más tarde nos paseábamos por las calles de esta entrañable ciudad rodeados de luz y calor, provenientes tanto de su sol como de sus habitates. Y es que Lisboa es la ciudad de la luz y los colores, una luz que lo llena todo, unos colores que se funden en su luz. Lisboa es también la ciudad de las mil caras, no hay más que pasearse por Alfama, Moreira, Chiado-Baixa y otras tantas zonas para ver que cada una es totalmente diferente a la otra y sin embargo todas ellas son Lisboa... no sé como voy a explicar todas las impresiones que ha causado en mi la capital lusitana, creo que me he enamorado de ella como lo hice en su día de Amsterdam.
Mi primera imagen, consciente, de esta ciudad se presentó al bajarme del autobus arrastrando mi maleta en la plaza Pedro IV: la calle lateral que la rodeaba estaba llena de limpiabotas trabajando, betún y trapo en mano, sacándole brillo a unos pares de zapatos que los miraban agradecidos (cruce de imágenes en mi cabeza: aparece la escena de la de la película de Wim Wenders "Lisboa Story" en la que un limpia botas le pone betún blanco a la pierna enyesada del protagonista). Después de esto se desataría una cascada de imágenes que no pararían hasta el final de trayecto del mismo autobus, cuando nos devolvió al aeropuerto para tomar el avión de regreso.
Barberías estrechas y profundas, con sillones de principios del siglo pasado y un espejo que cubría todo un largo de pared, los clientes tumbados sobre estos sillones cubiertos por una capa blanca, inmaculada, parecían adormecidos mientras el barbero los afeitaba; cabeleireiros (peluquerías) en primeros pisos que dejaban adivinar através de las ventanas sus actividades mostraban atrevidamente los secadores de permanente alineados junto a la pared; pastelerías revosantes de dulces de todos tipos y tamaños me llamaban constantemente desde cada esquina, cada pendiente, invitándome a probar uno más antes de irme; tiendecitas especializadas en cualquier cosa que se te pueda ocurrir (botones, guantes, puntillas) parecían estallar, haciendo salir su contenido interminable entre las costuras de las cuatro paredes que lo contenían.
"Tengo gafas de sol" -nos decía un paquistaní(?) mostrándonos unas gafas tipo ojos de mosca que tan de moda están en Portugal este año, mientras nosotros, absortos, mirábamos ese desfile de tiendas y espacios repletos de cachivaches y personas.
"Nao, obrigada/o" -le contestábamos nosotros.
Y entonces, hechando una mirada de reojo, añadía: "¿Chocolate?" -y nos mostraba un trozo de piedra (hachis) que tenía en la otra mano.
A lo que le volvíamos a contestar "Nao, obrigada/o".
Mi primera imagen, consciente, de esta ciudad se presentó al bajarme del autobus arrastrando mi maleta en la plaza Pedro IV: la calle lateral que la rodeaba estaba llena de limpiabotas trabajando, betún y trapo en mano, sacándole brillo a unos pares de zapatos que los miraban agradecidos (cruce de imágenes en mi cabeza: aparece la escena de la de la película de Wim Wenders "Lisboa Story" en la que un limpia botas le pone betún blanco a la pierna enyesada del protagonista). Después de esto se desataría una cascada de imágenes que no pararían hasta el final de trayecto del mismo autobus, cuando nos devolvió al aeropuerto para tomar el avión de regreso.
Barberías estrechas y profundas, con sillones de principios del siglo pasado y un espejo que cubría todo un largo de pared, los clientes tumbados sobre estos sillones cubiertos por una capa blanca, inmaculada, parecían adormecidos mientras el barbero los afeitaba; cabeleireiros (peluquerías) en primeros pisos que dejaban adivinar através de las ventanas sus actividades mostraban atrevidamente los secadores de permanente alineados junto a la pared; pastelerías revosantes de dulces de todos tipos y tamaños me llamaban constantemente desde cada esquina, cada pendiente, invitándome a probar uno más antes de irme; tiendecitas especializadas en cualquier cosa que se te pueda ocurrir (botones, guantes, puntillas) parecían estallar, haciendo salir su contenido interminable entre las costuras de las cuatro paredes que lo contenían.
"Tengo gafas de sol" -nos decía un paquistaní(?) mostrándonos unas gafas tipo ojos de mosca que tan de moda están en Portugal este año, mientras nosotros, absortos, mirábamos ese desfile de tiendas y espacios repletos de cachivaches y personas.
"Nao, obrigada/o" -le contestábamos nosotros.
Y entonces, hechando una mirada de reojo, añadía: "¿Chocolate?" -y nos mostraba un trozo de piedra (hachis) que tenía en la otra mano.
A lo que le volvíamos a contestar "Nao, obrigada/o".
Esta escena se repetiría incesantemente entre las plazas Pedro IV y Comercio como si la grabación no acabase de convencer a un director de película anónimo. Esta y la de un jovencito tocando el acordeón, sentado en el suelo mientras un perrito que no mediría más de 25cm de altura mantenía un botecito en alto, entre sus dientes, imperturbable, pidiendo dinero para su amito... más tarde vería que eran dos los jovencitos y dos los perritos, tán parecidos entre sí como dos gotas de agua.
Un remolino de objetos, colores, olores, sabores, palabras y sonidos que no acababan más que comenzar...
Un remolino de objetos, colores, olores, sabores, palabras y sonidos que no acababan más que comenzar...
11 comentarios:
Habéis tenido vuestra propia Lisbon Story. Me acuerdo de la peli, una peli preciosa. He tenido el mismo cruce de imágenes al leer tu historia.
Saludos
más fotos!!, te cortaste el cabello!!
Qué linda -- tu nueva foto! Pareces una estrella de cine!
Los gemelos y un mismo perrito, ¿sí?.
Las calles llenas de pastelerías -¿quién se resiste a semejante invitación?- y tú con cámara en mano, avistando, oliendo, mirando, absorbiendo... Susana, has contado como si fuera un corto a colores, tu travesía por las calles tan distintas entre sí, de Lisboa....
Qué ganas de viajar tengo...
Cálidos salutes.
Que veraniego esta tu blog...
Es duro arrancar despues de unas buenas vacaciones...
Como le decía a su señor marido, tienen que leer a Lobo Antunes. Me alegra saber de ustedes , como siempre, y eso que soy un poco dejado, porque la vida por el planeta cierzo es un poco abrumadora últimamente.
Cómo fue la vuelta?...Lisboa es uno de los sitios que quiero visitar, el gran Sopeña le hizo una canción al Loco que da gusto escuchar , así que lo apunto en la "to do list" para un día de estos...
Alles goes?
Tus palabras describen... puedo imaginar esas caminatas por la ciudad.
¡Fantastico!
Suena a una ciudad encantadora, que buen viaje. Un abrazo!!!
jajaja, si, es bonita la pelicula, verdad? creo que refleja muy bien una parte de la ciudad. Un saludo Luc!
Hola Lizette! las fotos las voy a ir subiendo mientras posteo y, dentro de poco las vamos a poner tambien en un album digital, ya pasare la direccion. ah... jajaja, si, me lo corte e Lisboa!
Ruthita gracias!! jaja, eres un sol!!
Vir, pues no me sorprenderia si resultase que eran gemelos... jeje, los perritos en todo caso solo se diferenciaban en las orejitas. Huy... pues si vas a viajar Lisboa es preciosa, muy recomendable!
Almale, sip, con el solcito de portugal :o), je... y oye traidor, ya nos pasaras algunos reportes de San Lorenzo que nosotros no vamos a poder estar :o(
Hola Jorge!!! aqui alles goed! jajaja, vamos a ver si conseguimos el libro, aunque yo ahora me acabo de encarar "el patafisico" y "Ubu rey, Ubu cornudo" de Alfred Jarry y no veas que ganas tengo de que llegen para empezar a leerlos! Como va todo por Zaragoza? alles goed tambien? ;o)
Hola Andres! gracias! pero en cuanto puedas pasate por alli porque te va a encantar! :o)
Roberto, como? que todavia no has estado alli organizando algun concierto?? ponla en tu lista y cuando vayas ya me contaras que te ha parecido ;o)
Pues que bueno que regresan, siempre son muy interesantes tus relatos. Te ves muy diferente de cabello corto ¡Bravo! Juan se debe sentir orgulloso con su "nueva" chica.
Yo no conozco aún una persona que visite Lisboa y ni quede enamorada de esa ciudad.
Susana has escrito un post bonito para una también encantadora ciudad.
Saludos
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