jueves, marzo 09, 2006

Para defender La Solana del Mar


La Solana del Mar

Éste es una de las más representativas obras construidas por Antonio Bonet en la Urbanización de Punta Ballenas, Uruguay, a mediados de la década del ´40.

Asentada sobre una duna entre el mar y el bosque, el autor jugó con la idea básica de contraponer a los cambiantes niveles de la duna una gran losa horizontal de hormigón. De este modo, se generan tres niveles espaciales y de actividades. Un primer nivel de planta baja en doble altura conteniendo el salón de té, el bar y los servicios; un segundo nivel de planta alta en el cual se desarrolla el salón comedor, la galería y los dormitorios para huéspedes y, por último, el techo ajardinado, donde se emplazó un sitio de juegos, una pista de baile y tabiques para contener el viento.

La fuerte presencia de la obra en el paisaje proviene no sólo del contraste entre la ondulación de la duna natural y la horizontalidad de la losa, sino del efecto plástico que produce la combinación de ésta última con las curvas libres ubicadas arriba y la verticalidad del inmenso mástil de iluminación.

En todas las plantas es visible por otra parte la alternancia de elegantes curvas en medio de las rectas dominantes. Esto, conjuntamente con la fruición con que contrastan la piedra de las paredes con el hormigón y la madera y el cuero de los muebles diseñados por el autor, contribuyen a darle a la obra esa sensualidad "mediterránea" tan característica del autor

El problema

Luis J. Grossman escribía en el diario La Nación:


En estos días se cumplieron 50 años de mi primer viaje a Punta del Este (fue en enero de 1956 con un promotor italiano ya desaparecido, Renato Balmas), y además de mi permanente admiración por el privilegio geográfico que hace de esa península un lugar tan excepcional, guardo en la memoria momentos de singular peso afectivo y personal. Como nuestro hijo menor cumple años en enero, solíamos celebrar el día en la Solana del Mar, según fuera el clima de la jornada, en el interior de la confitería o en la hermosa terraza ajardinada frente al horizonte marino.

Ocurre que ese bello edificio, según acabo de saber por mediación de Jorge Nudelman, arquitecto uruguayo, está amenazado de muerte. Apenas ha pasado el mediodía del domingo 5 de marzo y en la pantalla de la PC aparece un mensaje que Nudelman envía a la revista 30-60, cuaderno latinoamericano de arquitectura. En el texto se anuncia que la obra proyectada en 1946 por Antonio Bonet Castellana en Punta Ballena, más conocida por la Solana del Mar, fue vendida por los herederos de sus administradores originales y "el nuevo dueño quiere construir allí su residencia de verano. Ha cursado, según algunos rumores, un permiso de demolición".

Algo sobre Bonet

La vida de este talentoso arquitecto catalán está vigorosamente unida a la Argentina y el Uruguay. Para salvar sólo en escorzo la desmemoria colectiva que nos ataca con intervalos, recuerdo a los más jóvenes que Bonet (Barcelona, 1913/1989), cuando tenía sólo 20 años y era aún estudiante, hizo la travesía en el histórico crucero que en 1933 navegó por el Mediterráneo en tanto un grupo de pioneros elaboraba el documento que sellaría una época de la arquitectura y el urbanismo del siglo XX: la tan venerada como discutida Carta de Atenas. Bonet trabajó más tarde con Le Corbusier y con José Luis Sert, y con el estallido de la Guerra Civil Española viajó a Buenos Aires, donde tenía parientes directos que lo acogieron en un piso situado sobre el cine Metropolitan, de la calle Corrientes.

Desde la esquina de Paraguay y Suipacha (1938), la tarea y la influencia de Bonet en la Argentina fueron notorias, incluso después de la creación del Grupo Austral, y se prolongaron más tarde con una serie de realizaciones en Punta del Este. Allí empezó con encargos de relieve -el primero fue la planificación de 1500 hectáreas sobre la costa, en Punta Ballena (1945), y casi al mismo tiempo la casa La Gallarda-, a los que se sumó al año siguiente la hostería La Solana del Mar. Tal como lo menciona en su nota Nudelman, esta obra está "como si hubiera nacido allí, como un acto de la naturaleza", se disfruta la doble altura del salón de té, y el diálogo entre la nítida horizontal de la cubierta, el bosque, la duna y el mar.

S.O.S.

Si hay una obra representativa del lenguaje moderno en estas latitudes, si hay un edificio que merece la designación de patrimonio del siglo XX, ése es La Solana del Mar, una construcción que justifica todos los esfuerzos que puedan hacerse en su defensa. Nuestro colega uruguayo ya se dirigió al intendente de Maldonado, Oscar de los Santos, y entre otros, al ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, el tan respetado y apreciado Mariano Arana, arquitecto y catedrático que siempre se preocupó por estos temas. Es de desear que recibamos una noticia positiva.


Para salvarla

Jorge Nudelman nos pide:


Ruego que escriban al Intendente de Maldonado: Sr. Oscar de los Santos: intendente@maldonado.gub.uy; al Ministro de Educación y Cultura: Sr. Ing. Jorge Brovetto; al subsecretario del MEC: Sr. Felipe Michellini; al presidente de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación: Sr. Manuel Esmoris (todos en la misma casilla): webmaster@mec.gub.uy; al arquitecto Mariano Arana (actual Ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, que siempre le preocupó la cuestión del patrimonio arquitectónico, a través de su secretaria): jinesotero@hotmail.com; al presidente de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, Sr. José Oliver: saufpaa@adinet.com.uy, camchite@gmail.com
Gracias

Más información sobre La Solana: Vitruvius

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