viernes, marzo 02, 2007

Se descubrió el secreto del chalecito....

Fotos: SA


Hoy Juan me enviaba un correo al trabajo diciéndome "me parece que te va a gustar..."
Al abrirlo me he encontrado emocionada con la historia del chalet normando ubicado sobre un bloque de oficinas en la 9 de Julio, Buenos Aires.

Como la cosa tiene miga la publico aquí abajo para que la disfruteis vosotros tambien. Espero que os guste!

Publicado en La Nación el 31 de mayo de 2004


La curiosa historia de la casa normanda que se asoma sobre la 9 de Julio

El chalet en la cima de un edificio

Está situado sobre una mole de diez pisos, en Sarmiento 1113, con vista al Obelisco.

· Lo edificó en 1927 un hombre que soñaba con tener una casita en el cielo
· Desde sus ventanas vio cómo, en 1936, se levantó el Obelisco
· Hoy allí funcionan oficinas


Don Rafael Díaz nunca imaginó que su esfuerzo iba a traducirse en un sueño realizado. Terminaba el siglo XIX. El tenía 15 años, era vendedor en una mercería de la calle Chacabuco y a la noche dormía sobre el mostrador del negocio. Su empleador, ante el empeño de Díaz, le auguró: "Usted va a ir al Paraíso, Rafael, usted tiene un chalecito reservado en el cielo".

Ese fue el origen del chalet que se levanta en la cima del edificio de Sarmiento 1113, que se asoma sobre la 9 de Julio y que tiene como vecina la mismísima punta del Obelisco.

Ahora está casi escondido bajo carteles publicitarios. Son pocos los ángulos desde los que se lo ve. Cada tanto, algún peatón que cruza la gran avenida cree descubrirlo. "¿Y eso? ¿Qué loco hizo un chalet ahí arriba? ¿Quién vivirá ahí?" Y no. Vivir ya no vive nadie. Ahora funcionan oficinas. Pero hace muchos años sí...

La idea de tener una casita en el cielo obsesionó a don Rafael. Y no quiso esperar hasta la otra vida. Un día él iba a tener un edificio de diez pisos -en el que sólo se vendieran muebles-, coronado por un chalet normando como uno que había visto en Mar del Plata.

En 1927 terminó de construir su sueño. Inauguró Muebles Díaz, que se convirtió en una de las grandes tiendas de Buenos Aires. Todo el mundo la conocía como la mueblería del chalecito. Mónica Abal de Schiavon, su bisnieta, cuenta que el hombre decidió hacerse una sucursal de la casa.

Vivía en Banfield. No podía volver a almorzar: entonces, creó allí un segundo hogar. Comía en la primera planta. Hacía una siestita, ni muy corta ni muy larga, y volvía a trabajar.

Su chalet no sólo rascaba la panza al cielo. En días claros, permitía ver la costa del Uruguay. Le gustaba mirar la ciudad. Desde esas ventanas, el señor Díaz vio, bloque por bloque, cómo levantaron el Obelisco en 1936. También fue testigo de la apertura de la 9 de Julio. Nada de eso estaba cuando él llegó.

De hecho, el señor Díaz sabía que la publicidad era la clave del negocio. Pero no quería pagar por ella. Y supuso que el chalecito era la mejor publicidad. Pero cuando él edificó, la calle era muy angosta y no había ángulo desde el cual divisar la casita. Tuvo suerte. O ayuda desde lo alto. Porque pronto se abrió la 9 de Julio. Y el chalecito pasó a ser parte de la típica postal de Buenos Aires, una ciudad en la que todavía corrían los tranvías.

Hoy, para llegar al chalet hay que subir por ascensor. En la planta baja funciona la administración del edificio, y en el primer piso, oficinas con alfombra gris y muebles modernos. El techo es de teja francesa. El comedor conserva el bow window con vitrales. Sobrevivieron las baldosas con arabescos del baño.

Al último piso se llega por una escalerita de caracol. Está vacío. Pero mantiene la esencia de la casa. Los ventanales enmarcan una vista única. Es posible estar bajo el techo a dos aguas de un altillo y mirar cara a cara, la punta del Obelisco.

En la terraza se mantiene una decena de maceteros repletos de flores, una pincelada de cómo se vería cuando don Rafael la convirtió en un jardín donde se exponían muebles de exterior.

Cuentan los nietos que en los años 40 y 50 el negocio fue una de las mayores mueblerías de América latina. La decadencia llegó cuando las grandes tiendas por departamento dejaron de ser iconos de Buenos Aires.

Don Rafael falleció en 1968. El negocio quedó en manos de sus hijos y, hacia fines de los años 70, los pisos se alquilaron para otros usos. Y con el auge de los carteles lumínicos, el pequeño gran chalet, el símbolo del sueño del señor Díaz, quedó tapado.

Por años estuvo abandonado. Y oculto. Fue sede de una agencia de modelos y el laboratorio de un fotógrafo.

Y así fue como los porteños terminaron desconociendo la historia de aquella casita. Cada tanto, alguno se sorprende: ¿quién habrá sido el loco que se hizo semejante chalet en la punta de un edificio y asomándose a la 9 de Julio?

Por Evangelina Himitian
De la Redacción de LA NACION

Radio Díaz



Rafael Díaz compró una antena de radio y lanzó la frecuencia Broad Casting Muebles Díaz, que, desde el chalet, mechaba promociones de la casa con temas musicales. Cuando la radiodifusión se reguló en el país, Díaz no estuvo dispuesto a pagar un peso por su radio. Y cedió su antena a una emisora en ciernes: resultaron ser las primeras transmisiones de Radio Rivadavia.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Increíble. En el centro de Buenos Aires, ¿no?

Pero no has dicho si te ha gustado o no...

Susana Aparicio dijo...

Si, justo en el centro y me encantó!
La vi hace dos años por primera vez, una noche que íbamos paseando por la 9 de julio y me arrepentí de no tener la cámara conmigo en ese momento, así que cuando volvimos en diciembre una de las primeras cosas que hicimos fué ir a sacarle un par de fotos.
Este chalecito representa una de esas sorpresas que te depara la ciudad de vez en cuando, de las que -como dice el artículo- a lo mejor pasas por alto pero que en el momento en que las descubres te dejan fascinada.

Un saludo!

Anónimo dijo...

Que bueno! Tardo en conocer Buenos Aires... A ver si me monto una oportunidad pronto.
Saludos,
Daniel

Anónimo dijo...

Felicidades a ese hombre que cumplió uno de mis sueños. Si no fuera por la exclavitud del ascensor seria un sitio ideal para vivir. Y me conformaria con una casita de madera ¿eh? tampoco pido mas. El fotografo que lo habito querria haber sido yo mismo.

mardevientos dijo...

Es posible que nunca lo haya visto??? o mejor dicho. munca me di cuenta que estaba!!!..
Lindisima historia!
Saludos

ATELIER LIMA arquitectos dijo...

Saludos de Perú muy buenas fotos,excelente, muy buen blog,suerte!

ATELIER LIMA arquitectos dijo...

Saludos de Perú muy buenas fotos,excelente, muy buen blog,suerte!

Anónimo dijo...

Hola Su: ¡jamás la ví!!!!. Gracias por compartir esta lindísima historia. Saluditos.

Alejandra Mondaca / Séptimo Sentido dijo...

Primera vez por acá... Saludos desde México!

7mo sentido

Anónimo dijo...

Tal cual como vos lo describis es.
Yo paso por alli todos los dias y todos los dias lo veo y recuerdo siempre la historia que me contaba mi padre so be el chalet.Un lindo recuerdo para mi.
Saludos

Anónimo dijo...

Hola Susana! Soy Sara, arquitecta española y tengo ganas de vivir y trabajar durante un tiempo en Holanda. He caido en tu blog cacharreando por internet y me gustaría preguntarte algunas cosas sobre Holanda, contratos, salarios... pq por lo que veo tu tb eres española y estás en Holanda. No encuentro tu correo, así q te dejo el mio y espero tu respuesta. Muchas gracias sarars20@hotmail.com

Anónimo dijo...

vaya vaya con el hombre , que sueño hecho realidad, buen post enhorabuena saludos

Anónimo dijo...

hola!
Me encantó! siempre quise saber cómo había llegado eso ahí. Muchas preguntas de la infancia fueron resueltas.
Me gusta mucho tu blog. Beso!

victoria
http://personales.alumno.upv.es/mala/