Estrasburgo es la ciudad "más europea" de toda Europa, todo en ella es Europa, sólo Europa.
Esa sensación tenía al recorrer sus calles y encontrarme constantemente con carteles de universidades de "estudios europeos", proyectos subencionados con "fines europeos" y, por supuesto, el barrio donde la sede europea está instalada.
Una colección de edificios abandonados, en espera de ser rehabitados por un mes, se erigen a las afueras de la ciudad. Edificios vacíos que, en su olvido de funcionario, siguen atrayendo a turistas, turistas que se pasean perdidos, confundidos, rodeándolos a la espera de obtener una vista, una foto que poder mostrar a su vuelta a casa.
Nosotros llegábamos a Estrasburgo un jueves lluvioso, un día festivo en el que sólo los turistas -como nosotros- ávidos de pisar calles desconocidas, se aventuraban a salir. Sus sabios habitantes se resguardaban de la tempestad tras las cortinas.
Ese primer día nos preguntábamos, entre tanto consumidor de espacio, si Estrasburgo era realmente la temida conversión de la ciudad en Disneylandia: Trenecitos turísticos nos pasaban rozando el paraguas para el regocijo de sus usuarios, en la plaza de la catedral restaurantes y cafés a revosar dejaban oir sonidos de todo el mundo, en una pastelería me preguntaba la dependienta, sorprendida, si era francesa al pedirle una de sus esquisiteces locales, cuando le contesté que no, que era española, me miró con ojos tranquilizados como pensando "menos mal, nuestros paisanos saben a qué atenerse entre tanto guiri".
El viernes, un día soleado y laboral, nos quitó ese regustillo a parque de atracciones que nos había quedado del día anterior. En la Plaza del hombre de hierro nos sentábamos tranquilamente, a la mañana temprano, a disfrutar de un café con leche y un croissant mientras veíamos el trajín de hombres y mujeres en uniforme de oficina, amas de casa parapetadas con carritos y bolsas de compra y niños con carteras dirijiéndose a la escuela... la ciudad parecía resurjir de sus cenizas.
Estrasburgo es una ciudad que se recorre facilmente. El centro, muy turístico, me hizo recordar a Amsterdam por su forma circular rodeada por el río. Sus calles y callejones medievales son un gusto para cualquier cámara ávida de fotos pintorescas aunque entre edificios con paredes de adobe con estructuras de madera surjan de vez en cuando monstruos ochentosos, como si en ese periodo el ayuntamiento todavía no fuese consciente del potencial turístico de ese centro salido de una película de Dartagnan (¿o será alrevés?).
También sería en ese periodo cuando el centro de la ciudad se convirtió en un gran aparcamiento al aire libre. ¿Habeis visto alguna vez fotos aereas de ciudades norteamericanas en las que junto a las grandes torres o zonas comerciales aparecen espacios abiertos, tan grandes como una manzana, sólo para el aparcamiento de coches? Algo así es el centro de esta ciudad pero en escala pequeña. Cualquier resquicio dejado entre edificios, ya pequeñas plazas o isletas, son ocupados por estas "máquinas".
Nada más cruzar el río aparece la ciudad moderna, bloques de viviendas de los años setenta con zonas ajardinadas entre ellos forman esos barrios periféricos, tan típicos de las ciudades francesas, hasta llegar al "barrio europeo". Unos minutos más en el tranvía nos llevan hasta la estación final de autobuses y tranvías con el que Zaha Hadid ganó el premio Mies van de Rohe en 2003 (para leer más de nuestra visita a este "edificio" pinchar aquí y para ver las fotos que le sacamos pinchar aquí)
En unos tres días uno ya ha visto suficiente de la ciudad como para querer proseguir su camino o volver a casa. Estrasburgo no es una ciudad que deje gran huella en la memoria: es pintoresca como lo puede ser Autum o Dijon pero sin ese sabor rural que tienen estos, contiene el parlamento eruopeo sin llegar a ser cosmopolita como Bruselas, el centro está lleno de turistas pero estos recuerdan más las excursiones que hacías de pequeño con la escuela que los viajes culturales que se ven anunciados en agencias de viajes.
En fin, una ciudad en la que merece la pena haber estado una vez pero a la que no volvería por el placer de disfrutarla y (re)descubrirla como pueda hacer con Buenos Aires, Barcelona o París.
3 comentarios:
Susana,
Muy interesante colección de posts y blogs. Yo también tengo interés por las ciudades, y más concretamente sobre su relación con el medio ambiente. De hecho, vivo en Rotterdam y escribo sobre ello en www.sustainablerotterdam.com
Un saludo, y sigue publicando!
Hola Uri,
Gracias por el comentario! ahora me paso a ver como va la cosa en Rotterdam ;o)
Un saludo!
Hola.... han visto u oído algo sobre la fabulosa escuela Niekée, situada en un pueblito de la frontera dutch-deutsche......?
La encontré como por casualidad, deambulando por Roermond, aunque iba con el dato gráfico de su intensísismo patio central, con su cubierta taladrada por decenas de lucernarios y sus ( clásicamente nederlandesas ) cajas voladoras...
interesante desde lo pedagógico y desde lo arquitectónico.
Se las recomiendo, sus autores son unos entusiastas, agrupados bajo la sigla LIAG (www.liag.nl)
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