domingo, octubre 17, 2010

Preferiría no hacerlo



Hoy leía en la revista de arte holandesa Metropolis M una resencia sobre la artista Cosima Bonin que bien se podría aplicar al mundo de la arquitectura y los trabajos mal pagados. Tal y como se está discutiendo en el artículo de Brijuni "Architectura as a hobby" en La Ciudad Viva, o en el post "Los honorarios del arquitecto" de Stepien y Barno.
 En la resencia se hace además alusión lal personaje de Bartleby, quien me lo hizo descubrir un gran amigo, para él este post.

Aquí abajo os paso la transcripción de una parte del artículo al castellano, que me parece de gran significado para lo que se está discutiendo actualmente.

Cosima van Bonin.
Hace un par de años le dedicó esta revista (Metropolis M, nr1-2007) un artículo especial al artista con burn-out quien, sin haber pedido nada se encuentra en un mundo que le pide de todo, y no puede hacer otra cosa que hundirse . Él (artista) dice el no de "ahora no". 
Un motivo inportante en la discusión fué Bartleby, la figura romántica de Herman Melville, que da a conocer a su jefe que prefiere no hacer la tarea que se le ha asignado diciendo la memorable frase de "preferiría no hacerlo". La exigencia de hacer las cosas mata finalmente toda creatividad y hace de las personas máquinas.

La negación del trabajo, como hizo Bartleby, se puede ver de esta manera como una acción simbólica de gran humanidad: es la elección de la libertad de movimiento por encima de cualquier exigencia, un momento opcional, algo inborrable, con el que la sociedad cada vez más competitiva no sabe que hacer.

Hasta aquí la transcripción, pero es jústamente esta última frase "el no saber que hacer con una negación dentro de nuestra sociedad competitiva" y la célebre frase de Bartleby las que me parecen fundamentales. Y ya no porque se corte toda creatividad a la hora de trabajar bajo comando, sino porque hemos llegado a un punto en el que se espera que, debido a esa competitividad, los diferentes despachos de arquitectura trabajen por amor al arte cuando se trata de concursos, ya sea de arquitectura, urbanismo o de desarrollo urbano, donde las empresas desarrolladoras necesitan de sus servicios para hacer el plan maestro y la instancia que organiza el concurso (ya sea a nivel nacional o internacional) ofrece una compensación mínima a los que no han resultado finalistas (y eso si la ofrecen).

De este tema se hace también eco la sociedad de arquitectos holandesa, la cual ha sacado el tema a discusión de los concursos europeos, y no sólo por lo mal pagados que están en el momento en que no resultas elegido después de todo el trabajo que has tenido que desarrollar, sino también por todas las exigencias que se imponen, excluyendo automáticamente a pequeños despachos por no disponer de los suficientes recursos económicos sin mirar la calidad de su trabajo.

Yo misma me estoy peleando, desde el otro lado de la mesa, por decirlo de alguna manera, por lo injusto que me parece la remuneración que se ofrece a los cuatro no finalistas de un concurso de desarrollo que estamos presentando a nivel europeo. La respuesta que se me da una y otra vez es clara: al que no le interese que no se presente, legalmente no hacemos nada que no esté permitido. Y es verdad... quizás esté ahí el problema, que legalmente no se impone una remuneración real al trabajo exigido a la hora de presentarse a concurso.

En todo caso después de leer el artículo de Metropolis M me pregunto, qué pasaría si empezásemos a decir "preferiría no hacerlo".

2 comentarios:

Salvador Martin Gautier dijo...

Pues que lo haría otro, o la cosa empezaría a cambiar.
Hace tiempo que propongo la formación de una Asociación de Arquitectos Concursantes, que vele por estos intereses y a través de Cultura, encuentre los interlocutores necesarios para explicar esto y solucionarlo de una vez por todas.

Susana Aparicio dijo...

Salvador, aquí en Holanda existe una organización que justamente ha sacado ahora (hace un año) el tema de los concursos a debate. Lo que han hecho ha sido crear un estandar de concursos (llamado KOMPAS) velando por los intereses de los concursantes. El usar el sistema KOMPAS es una especie de acreditación que garantiza un concurso como debe de ser, por decirlo de alguna manera.
Suerte con la organización de la asociación, me parece una idea muy buena.