Hortus Botanicus, Amsterdam
No se cuantas veces habre estado ya en el jardin botanico, pero siempre me ha llamado la atencion lo vacios que estan los jardines e invernaderos y lo llena que esta la cafeteria. No importa si es primavera, verano o invierno (aun no he estado en otoño) los jardines siguen igual de vacios y la cafeteria igual de llena.
Este sabado hacia un frio impresionante y los invernaderos parecian el lugar mas agradable de todo el Hortus: hay banquitos, buena luz y una temperatura muy agradable; osea, el lugar ideal para leer un libro o sentarse a pensar tranquilamente, pero no, los unicos que andabamos dando vueltas como tontos eramos mis compañeros del curso de fotografia y yo. Mejor dicho, la unica que andaba por los invernaderos era yo, como buena sureña, mis compañeros se habian aventurado al frio invernal y le estaban sacando fotos a las pocas ramitas y briznas de hierba verdes que quedaban en pie. Lo curioso es que tanto fuera como dentro no habia ni una sola nota de color, lo mas parecido que encontre a una flor fue una piña madura que ya estaba tomando un color amarillento. El resto eran cactus, palmeras y plantas exoticas de hojas grandres.
Yo habia elejido los invernaderos por problemas de indole tecnica, fuera me ponia a temblar como un pollo mojado y las fotografias me salian movidas...
Aunque si tengo que ser sincera dire que el ambiente de los invernaderos es un poco triste, por lo menos el del mas antiguo. Eso si, el edificio en si es bastante bonito, tiene la planta en forma de L, su estructura es de hierro fundido con tejados de cristal que se encuentran formando una cupula en su punto de interseccion y un puente cogante atraviesa el centro dando una buena vista del invernadero. Da gusto sacar fotografias o hacer dibujos a mano alzada mezclando las formas organicas de las plantas con las columnas y vigas de hierro.
Sin embargo decia que el ambiente es un tanto triste, aunque la definicion mas exacta es desolado, porque las cuatro plantas que hay las han colocado desperdigadas en un unos maceteros grandes de madera sin crear un recorrido, formar perspectivas o en todo caso llegar a una imagen total. Cuando uno esta ahi y mira a su alrededor se siente como cuando Marco andaba buscando a su madre por los Andes: totalmente solo en el mundo, y ademas olvidado.
Si... olvidado, creo que ese es el ambiente que se respira en todo el jardin que, a pesar de estar junto al centro de Amsterdam, es uno de esos sitios que se esconden a la vista cuando se pasea por la ciudad.
Dos horas mas tarde, con la camara llena, me dirijo a la cafeteria a reunirme con el resto del grupo y, de repente, al entrar en ella es como si se pasara a otro mundo. El ambiente blanco, esteril, con grandes palmeras verdes que llegan hasta el techo contrasta fuertemente con la luz gris de afuera. Todas las mesas estan ocupadas, como si se tratase de un cafe del centro de la ciudad, el bullicio, las conversaciones animadas y las carcajadas te envuelven. Por un momento tengo ganas de volver al silencio del invernadero... hasta que veo a Marjolein que me saluda con una taza de cafe señalando la silla vacia que se encuentra a su lado.
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