martes, octubre 12, 2004
Animal urbano
Una de las veces que mas pequeña me he sentido ha sido durante estas vacaciones, estando en Uruguay.
La primera vez la recuerdo muy bien, fue en Egipto, en Luxor, en el templo de Karnak, construido por Amenofis III hace 3.500 años. En mi vida he visto tanta grandeza y suntuosidad como en él, os aseguro que es indescriptible la sensación que experimenta una al pasearse entre sus ruinas.
La segunda fue a la sombra de las piramides de Giza. Reconozco que soy facil de impresionar cuando de tecnología se trata y más aún estando allí, junto a unos bloques inmensos, casi más grandes que yo, tallados hace más de 2.500 años y por los que no es posible introducir una hoja de papel en sus ranuras... tan perfectos son.
Después han surgido otras ocasiones en las que me he quedado embelesada contemplando alguna obra de la mano del hombre pero nunca más con esa misma sensación de insignificancia que experimenté en el reino de los faraones.
Y esta vez, en Uruguay, no ha sido la tecnología sino la naturaleza misma la que me ha dado constancia de mi nimiedad: estando en Punta del Este (la Marbella uruguaya) se nos ocurrió ir paseando por la playa hasta Punta Ballena.
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Entre paréntesis... en realidad más que un paseo fue una prueba de supervivencia porque Juan había calculado que eran unos 3 Km y yo, infeliz de mi, me lo creí olvidándome del ojo de águila que tiene el gauchito cuando de planos geográficos se trata: resultaron ser 15 km que recorrimos por playas, carreteras y montañas en chanclas (ojotas) él y zuecos yo (tengo la extraña habilidad de elegir siempre los zapatos mas inadecuados sin importar el momento o el lugar). Pero no fue esta aventura la que me dio muestra de mi insignificancia, aunque casi desaparecí en el intento.
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A un lado de la bahía se dibujaba la silueta de Punta del Este, con sus grandes bloques de apartamentos y delante nuestro se extendía la arena hasta llegar al montículo tras el cual se encontraba Casa Pueblo. Hubo un momento en que Juan se quedó parado mientras me decía "me pareció ver algo...", poco después al cruzarnos con una señora seguida de tres niños ésta nos gritaba "chicos! habeis visto ballenas??!". Nos quedamos de piedra, nos sentamos en la arena a esperar y si... ahí estaba, a unos 200 m de nosotros, el animal más grande de la tierra, echando agua y golpeando la superficie con sus aletas. La linea de edificaciones del litoral se me hacía ridícula frente a la grandiosidad de esta bestia fuera de escala, parecía Gulliver en Liliput.
Fue entonces cuando me dio la sensación de que se me estaba devolviendo a mi lugar y me di cuenta del mundo tan irreal que me rodea normalmente. Vivir en la ciudad significa vivir en un mundo hecho a nuestra escala, a nuestra medida, con sus calles asfaltadas y sus edificios, sus diminutos parques y sus canales (en el caso de Amsterdam). Estamos tan acostumbrados a él que nos olvidamos de la grandeza del paisaje virgen, del mundo "real" que hemos reducido a un reportaje en la pantalla de nuestra tv o una foto del National Geografic.
Ortega y Gasset dice "la ciudad es un ensayo de secesión que hace el hombre para vivir fuera y frente al cosmos, tomando de él porciones selectas y acotadas". Y no podría estar más de acuerdo con él después de esta experiencia, somos animales urbanos que viven en un mundo de paredes de cristal, mirando el otro lado del vidrio con miedo porque lo desconocemos totalmente, marcando nuestras fronteras como si fuésemos los unicos habitantes de la Tierra.
"En Noruega quieren organizar viajes turísticos de caza de ballenas, esque hay demasiadas ballenas" -decía un compañero durante el almuerzo, "demasiadas ballenas??"- le preguntaba yo- "no seremos nosotros los que sobramos??".
SPLASHHH otra paletada, un bulto negro se muestra tirando agua como si de un geiser mobil se tratara mientras parece decir "y vosotros, qué sois a mi lado?", "nada"- pienso yo- "... y si supieras la que estamos armando aquí arriba..."
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6 comentarios:
Noruega es el único país en el mundo que autoriza pesca de ballenas comercial. La Comisión Internacional de la pesca de ballenas dice que hay más de 100.000 ballenas "minke" en el Atlántico Norte, y la caza es necesaria mantener un equilibrio (si hay demasiadas ballenas, comerán todos los pescados). A pesar de la razón, no puedo imaginarme el matar de estas bestias hermosas y intelegentes.
Susana: Gracias como siempre por visitar mi blog y como siempre tambien agradezco tus post, tan llenos de cosas emocionantes ¡Ver una ballena! ¡Wau! Tienes que darte una vuelta por México y contemplar las pirámides de Teotihuacán, esas estan muy cerca del D.F. Tambien las de Mitla y Montealbán en Oaxaca son una maravilla.
hola alma! un abrazo.
ruthita, pero las ballenas no comian plancton?
fabrizio, la arquitectura Maya es una de las cosas que tenemos pendientes para visitar, a ver cuando tenemos oportunidad...
Sí, minkes comen el plancton y, krill, pero comen también los pescados pequeños, incluyendo los arenques, anchoas y bacalao, según un website que miraba.
aaahhhh entonces es que se comen todos lo peces que los noruegos quieren pescar... jeje :oP
¡Exactamente! Los pescados son una parte importante de la dieta noruega. ¡Deben hacer quizá vegetarianos!! Jejeje!
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