jueves, diciembre 02, 2004

La casa abandonada



Estaba pensando en el post de Teresa llamado "una isla" , un post precioso en el que habla de sus juegos de niñez en un solar que había junto a su casa. Creo que no he sido la única a la que le ha traido inmediatamente a la cabeza los mismos recuerdos descritos en sus lineas, pero en otro solar, en otra ciudad. Recuerdos entrañables donde los haya y me quedo sorprendida pensando que esos son más fuertes que cualquier otro recuerdo de algún juguete, bueno, a excepción de aquella muñeca con olor a menta que meti en la bolsa de regalos para los niños del tercer mundo, pensando en lo feliz que se pondría uno de ellos al verla y olerla, y después me pegué días llorando por ella.

No podía dejar de pensar en ello (en lo fuertes que son los recuerdos de los juegos en el solar, no en la muñeca perdida) y preguntarme a que se debería, no será -seguía razonando yo- que costeamos más aquellos juegos en los que nuestra imaginación marca las reglas o que tenemos que inventar con nuestras propias manos que aquellos otros en las que ya nos vienen marcadas o hechos? Cuantas veces no hemos visto a un niño entretenidisimo con un palito y un cordel durante horas siendo que momentos antes estaba aburridísimo con un juguete por el que sus padres habían pagado una fortuna?

Mi mente volvía una y otra vez al post de Teresa y sus gritos y risas se hacían eco en mi cabeza, de repente recordé la voz de mi madre diciendome por teléfono "sabes que ha pasado? unos niños se han colado en el chalet!!", "huy, como ha sido eso?" le pregunte muerta de curiosidad, "pues veras...".

En el pueblo donde nacio mi padre, siendo mi hermano y yo pequeños mi abuelo hizo construir allí un chalet y en el que pasábamos los meses de verano, semana santa y algún que otro fin de semana. El pueblo no cuenta más de 300 habitantes pero en verano, cuando volvían todos, llegábamos a ser unos 1.000 y a llenarse de niños. Cuando nos hicimos más mayores dejamos de ir tan amenudo, claro, a los dieciseis quieres quedarte en la ciudad con tus amigos y salir por las tardes. Poco a poco la única que continuaba yendo era mi abuela Carmen, por ser también el pueblo de su niñez tenía gran parte de sus amigas y recuerdos encerrados en el pueblo. Al final el chalet sólo se abría en los meses de verano, durante el día, porque mi abuela se iba a dormir a casa de unos tíos. Y así fué como el ajetreado chalet de mi infancia, donde la gente iba y venía, entraba y salía, pasó a ser "la casa abandonada" del pueblo.

Un buen día unos niños consiguieron colarse por la ventana de uno de los cuartos de baño, la ventana da al jardín trasero así que nadie se percató de su apertura. Los niños descubrieron todo un mundo en su interior, armarios llenos de comics, otros llenos de ropa, una máquina de escribir y muchas cosas más se dibujaban en la penumbra de sus habitaciones.
Nadie sabe por cuanto tiempo estuvo la casa tomada por estos "nuevos inquilinos" pero finalmente fueron descubiertos, no habían roto nada, sólo se apropiaron de ella como su espacio de juegos. En el pueblo se armó un revuelo tremendo, como podían haber hecho eso??? A lo que los niños respondieron "nosotros pensábamos que estaba abandonada..."

Después de leer y releer el post de Teresa me he echado a reir, en la mente de esos niños es "el chalet" lo que para mí los solares de mi infancia.

10 comentarios:

Fabrizio dijo...

Bellísimo post, tambien me trajo recuerdos. De niño hacíamos corrales con ramitas y el ganado eran frascos de medicina vacios, los malvados, a quienen cazabamos y encerrábamos eran las lagartijas y camaleones que pupulaban en el patio. Cerca de casa de mi abuelo había una casa, siempre cerrada, con las paredes cubiertas de hiedra, rodeada de altísimos pinos que con la brisa tropical hacían un sonido muy aterrador, algo asi como el que hacen las lechuzas y los buhos, le llamábamos la casa del misterio y no nos atrevíamos a entrar en su terreno. Así la conocía todo el pueblo "la casa del misterio". Un dia mi abuelo nos presentó a sus dueños que eran unos ancianos normales pero para nosotros eran la mismisima imagen del demonio. Nunca entramos al jardín. Ahora la casa está medio que en ruinas, asi está casi toda Cuba, asi que no es ninguna seña particular, pero el sonido del viento en los pinos sigue imponiendo ese aire de misterio que a la fecha no ha sido desvelado.

Schumi's Pilot dijo...

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Carmen dijo...

Gracias por tu comentario. Por cierto que no es un museo el edificio de Moneo, sino un auditorium. Por si quieres más información sobre él: http://www.kursaal.org/
A mandar.

Sebastian Lineros dijo...

HOla,encantado de entrar en tu blog.UN saludo.Pasa por el mio algun dia

Guillermo dijo...

...muy bueno tu post, me trajo muchos recuerdos de sitios y cosas de cuando era niño. Gracias :-)

siloam dijo...

si, parece que todos tenemos ruinas en la infancia, es como una necesidad de buscarlas, y los recuerdos de otra persona despiertan los nuestros.
yo tb tenía casa abandonada...

Bo Peep dijo...

Precioso post. Y el diseño del blog me encanta, ese fondo que has elegido me parece todo un hallazgo.
(Ah! y gracias por visitarme.)

El guiri de Barcelona dijo...

Prachtige foto en mooie tekst. En nu ik net zie dat "Lost in Translation" een van je favoriete films is, zou ik bijna durven beweren dat we gelijkgestemde zielen zijn.

Saludos desde Barcelona!

Anónimo dijo...
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Susana Aparicio dijo...
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