miércoles, enero 12, 2005

De susto en susto


Salvador Dalí, Figura asomada a la ventana.


El sábado me pegué un susto morrocotudo... estaba tan tranquila leyendo en la cama cuando derepente oí un "bam!" y la casa se llenó de torbellinos de papeles girando por el aire y cortinas agitándose: la ventana del comedor se había abierto por la embestida de un viento huracanado que por lo visto nos estaba llegando desde el norte, la parte inferior del marco de la ventana había volado hecha astillas por toda la habitación mezclándose con los papeles.

Como la casa es de alquiler salí corriendo a llamar al dueño mintras me preguntaba si el remedio no fuera peor que la enfermedad. Me explico, este señor es de ese tipo de personas que lo quieren hacer todo por si mismos (para no gastarse un duro) y que poder pueden, pero los apaños que hace son de lo más precarios. Así es que tenemos el techo del comedor dividio por una tabla, si... un techo lisito, lisito con dos lucernarios y entre ellos... una tabla que atraviesa el mismo de pared a pared. No se le ocurrió mejor solución que esa cuando tiró abajo el tabique que separaba los dos apartamentitos para formar uno un poco más grande (de esto último no quiero ni hablar, nuestra casa parecía Beirut después de un ataque). También tenemos caños eléctricos atravesando paredes en los lugares más sorprendentes y un agujero en la pared del cuarto de baño que nos comunicaba con la cocina hasta que decidimos taparlo nosotros mismos por razones higiénicas.

Con todas estas imágenes rondándome por la cabeza toqué atemorizada a su timbre y le expliqué la situación. Si algo tiene este señor es una energía aplastante, en dos minutos se presentaba ante nuestra puerta con tablas, sierras y demás materiales. Y hoy, por fín hoy, después de estar entrando y saliendo de casa a intervalos (se iba a jugar al squash, a comer o a dar una vuelta), llenarnos la moqueta de serrín después de aserruchar sobre ella todo lo que se le ponía al alcance de la mano y ver la tv entre herramientas y materiales, podemos decir que nuestra ventana se puede volver a abrir y cerrar de manera "normal", sin miedo a que se nos caiga encima, y podemos volver a disfrutar tranquilamente de las vistas que ella nos ofrece del Rijksmuseum.

Eso si... nuestro casero no sería nuestro casero si el marco se hubiese ajustado correctamente a la ventana, tenemos que agradecerle la composición de lineas y agujeros que nos ha dejado a la vista como recuerdo de su paso por casa...como el del huracán.

4 comentarios:

El emperador de las hormigas dijo...

Con vistas al Rijksmuseum... ¡vaya! Lo que echo de menos yo una ventana con vistas, por ejemplo, a un paisaje que Hokusai me pinte.

Miguel Perez dijo...

Que clase de tipo es tu casero...no quisiera tenerlo, bueno, creo que nadie quisiera tenerlo!

Espero que hayas recuperado la calma y la paciencia que le tienes a este señor.....

Saludos!

El guiri de Barcelona dijo...

Algunos propietarios no dejan de sorprenderme. Cuando vivía en Múnich, tenía uno que escribía cartas a los inquilinos quejándose, entre otras cosas, de las cortinas, que algunas le daban la sensación de encontrarse en la jungla en lugar de una ciudad civilizada.

Susana Aparicio dijo...

Hombre infinito, un paisaje que Hokusai te pinte?? jo... pues no pides nada...
O te refieres a un paisaje del estido de los que Hokusai pinta? :oP

MrMann...huy...y que vista tienes? San Lorenzo? el ayuntamiento/catedral?

Miguel, pues con lo que hay por aqui suelto aun es bueno y todo... jajjaja

guiri, jaajaajaaa...si, se podria escribir un "tratado sobre los caseros", no?

Teresa, solo vas a estar un año en Zgz? que pena!
PD: anda que tu casero tambien se las trae, eh...