Hoy es uno de esos dias en los que pienso que me encantaria vivir en una casita junto al mar, donde haga sol y calor y este desconectada del resto del mundo... a excepcion de esa delgada linea de cable que me une a la "realidad" cibernetica.
Pero no, aqui estoy, en Amsterdam, bajo un cielo plomizo y ambiente neblinoso, se nos acabo la primavera! y eso que habia empezado ayer... o asi parecia...
La vista desde la ventana de la oficina tampoco es que sea muy alentadora, me encuentro en una zona de oficinas a las afueras de Amsterdam que fue planeada en los años '80. Cuando me pierdo en pensamientos y se me va la mirada mas alla del cristal me vuelvo a encontrar con la realidad de mi entorno, vias de tren, autopistas, edificios en construccion y la carpa de un vagabundo.
Y que pensais que tengo sobre mi escritorio para escaparme de este dia frio y humedo? la revista "The architectural reveuw" de diciembre 2003 (si, ya se, ando algo retrasada). Mis ojos estan como hipnotizados mirando la foto de una niña flotando en una piscina transparente que a su vez esta suspendida sobre el mar... o al menos asi lo parece.
Se trata de la Casa Equis, de Barclay & Crousse, en la playa de La Escondida-Peru. Un edificio simple en sus formas, materiales y colores. La utilizacion del hormigon y colores naturales la hacen pasar desapercibida en lo alto del risco. Y una vez en la casa es dificil distinguir que esta dentro y que fuera. Su "interior" (a que llamamos aqui interior?) con acabados de madera y la aplicacion en las paredes de un rojo tirando a fucsia le dan una impresion calida e intima que reconforta en medio del desierto peruviano y la inmensidad del oceano. Es increible que una casa asi, rodeada de otras 100 y cada una con una arquitectura propia, pueda dar la sensacion de estar aislada del resto del mundo, un castillo propio.
Apesar de que el truco visual del agua de la piscina que se confunde con el oceano ya esta muy manido hay que reconocer que sigue funcionando; el trocito de piscina donde nada la niña con sus flotadores naranjas, suspendida entre la tranquilidad del oceano y su rompiente, me tiene cautivada. Hasta me parece ver que la niña gira la cabeza, se me queda mirando y levanta la manita para saludarme. Casi hasta puedo oir las olas rompiendo en la orilla y las gaviotas gritando en el cielo.
Oigo chirrido de frenos, miro hacia fuera y otra vez me encuentro en la oficina, pero por un momento he estado al otro lado del mundo disfrutando del sol y flotando sobre un oceano añil... es que todo es posible!
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