Despues de viajar un par de horas en tren, metro y autobus vimos por fin el cartelito que anunciaba la parada "Beltmolen". Al bajar nos encontramos en una calle cubierta de nieve, enmarcada por las tipicas viviendas unifamiliares holandesas de los años '80.
Casas adosadas de dos o tres plantas con su jardincito delantero y trasero nos miraban interrogantes, reconociendonos como extraños en su calle desierta.
Era la primera vez que estabamos en Barendrecht (y seguramente la ultima), un pueblecito colindante a Roterdam que en el plano se ve como un barrio mas de esta ciudad portuaria pero que en la practica esta aislado de la misma por un transporte publico precario. Esto ultimo se desprendio de la conversacion que mantuvimos con una de sus habitantes al preguntarle por la direccion a la que nos teniamos que dirigir.
- Torenmolen? Os acompaño hasta ahi, me va de camino.
- Muchas gracias. Se ve tranquila la ciudad, no? (no se veia un alma en la calle)
- Si, demasiado y todo. Lo malo es los domingos, que no tenemos ni autobus para ir a Roterdam.
- Tan malo es el transporte publico?
- Puf! malisimo! entre semana a partir de las seis de la tarde solo pasa un autobus cada hora.
Nos apartamos a un lado para dejar pasar dos bicis. Las aceras no son transitables debido a la nieve y caminamos por el carril de bicicletas, lo que no supone ningun problema para el trafico ya que seran las dos unicas que nos crucemos ese dia.
"Y para colmo ni hechan sal en las aceras para que podamos caminar por ellas"; continua diciendo la señora. La miro un poco sorprendida mientras me pregunto cuantas personas deben de ir andando de un lado para otro en el pueblo. Delante de cada casa se ven los coches aparcados de los que por lo visto dependen sus habitantes para poder trasladarse, no hay ninguna tienda ni centro comercial a la vista y las escuelas deben encontrarse fuera del barrio. Barendrecht parece dormida, ni siquiera atraves de sus ventanas se ve la mas minima actividad.
Unos minutos mas tarde llegamos a nuestro destino. La casa parece tan desierta como la calle, pero no, nos estaban esperando y nosotros llegabamos puntualmente a nuestra cita. El interior se ve tan frio como el exterior y no invita a acomodarse mientras se entra en calor.
Pasada una hora nos encontramos otra vez junto a la parada de autobus... y acabamos de perder el de las 18h!. Nos quedamos sin saber que hacer, con la esperanza de que alguien nos invite a tomar una tacita de te mientras llega el autobus... se queda en esperanza.
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