Hoy me he ido a dar una vuelta durante la pausa del mediodia, la verdad es que el entorno donde trabajo no invita a la inspiracion a la hora de escrbir o diseniar, es un entorno arido, de oficinas, con todo bloques de entre ocho y veinte pisos, todos distintos, creando espacios heterogeneos y desalmados.
Pero un poco mas alla, pasada la autopista, uno se lleva la primera sorpresa: una serie de casitas, casas dique como las llaman aqui, que son los restantes de unas pequenias viviendas de dos plantas situadas sobre un antiguo dique formando un pueblecito junto al mar, un mar que ahora se ha transformado en autopista y railes de tranvia.
En medio de los patios traseros nos encontramos con una iglesia en la que actualmente se dan fiestas y, detras de esta, una zona de jardines y huertas.
Todo esto enmedio de la ciudad, de la ciudad de extraradio, entre la zona de oficinas y la de viviendas baratas pobladas por inmigrantes provenientes de Marruecos, Turquia y cualquier pais de habla arabe.
Y hoy, hoy me he ido a pasear por sus calles, he pasado junto a las casitas dique, los jardines y huertas, he cruzado la autopista y me he perdido por esas calles llenas de velos y tunicas, como salidas del libro de las mil una noches o alibaba, desubicadas, en un entorno de ladrillo y asfalto.
Me he perdido mirando sus tiendecitas, comiendo una pizza turca, mirando a la gente... y de repente una voz metalica decia desde arriba (vendria del cielo): "un poco mas a la derecha, no, un poco mas, esta bien... continuamos despues". Tapandome la luz del sol con la mano he alzado la cabeza y me he encontrado una grua gigante, una pluma, que estaba colocando los ultimos paneles de la fachada de un edificio de tiendas y apartamentos. Mirando mas detenidamente he descubierto una rendija entre sus paredes de la que salia y en la que entraba gente... por supuesto, no hay nada mas interesante que aquello que uno desconoce, asi que me he metido tambien por alli.
En ella unas escaleras conducian al centro del bloque y en el se habia montado un mercadillo de ropa, zapatos, comida... un mercadillo como una solo se lo espera en los paises del sur, donde el sol luce todos los dias.
Me he quedado ahi, mirando a mi alrededor, con mi pizza turca en la mano, de pie, entre el vidrio, el metal, los ladrillos de las construcciones nuevas y los suaves tejidos de las tunicas y velos coloreados flotando a su paso.
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